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Críticas: Crítica de “No me llame Ternera”, documental de Marius Sánchez y Jordi Évole sobre ETA (Netflix)

Este controvertido y valioso trabajo que tiene como eje principal una entrevista a José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea, más conocido por su apodo de Josu Ternera, uno de los líderes de la banda terrorista ETA, fue eje de una fuerte polémica mediática en España previo a su estreno mundial en septiembre último en el Festival de San Sebastián.

No me llame Ternera (España/2023). Guion y dirección: Marius Sánchez y Jordi Évole. Duración: 101 minutos. Disponible en Netflix.

Primero, algo de contexto: pocos días antes de su primera proyección en el Festival de San Sebastián (o sea, en pleno corazón del País Vasco) un amplio grupo de intelectuales y referentes de los medios, la cultura y la política hicieron circular una carta en la que pedían que se retirara de la programación a No me llame Ternera porque -argumentaban- “rechazamos el blanqueamiento del terrorismo”. De inmediato, José Luis Rebordinos, director del festival, publicó un comunicado oficial en el que se oponía las acusaciones, defendía el valor de la película y ratificaba su exhibición, algo que finalmente ocurrió.

Visto en Netflix, donde está disponible desde el viernes 15 de diciembre, queda claro que Rebordinos tenía razón: No me llame Ternera está hecho con mucho rigor y profesionalismo y está muy lejos de glorificar a ETA y de blanquear a José (Josu) Urrutikoetxea.

Jordi Évole, codirector del film junto a su habitual colaborador, el también catalán Marius Sánchez, es el responsable de exitosos ciclos televisivos como Salvados o Lo de Évole y de haber entrevistado a figuras que van desde Hugo Chávez hasta el Papa Francisco, pasando por Lionel Messi. Aquí, visita en primer término a Francisco Ruiz, un policía que se salvó de forma milagrosa luego de recibir varios tiros cuando en 1976 estaba custodiando al alcalde de Galdakao que fue asesinado en el ataque, y luego a Urrutikoetxea. El por qué y el para qué de entrecruzar ambas historias es algo que no develaremos, aunque el espectador lo entenderá tras los primeros minutos.

Y llegamos luego al corazón del relato, que es una larga entrevista a quien fuera uno de los líderes (algunos dicen que fue el número uno, él asegura que se ocupaba de las relaciones internacionales) de ETA. Évole, con su habitual precisión para los datos, pregunta lo que hay que preguntar, con respeto pero sin concesiones, exponiendo las contradicciones y dudas de su interlocutor, pero sin exabruptos ni manipulaciones, dejando que Urrutikoetxea también dé su visión de los hechos.

La charla se complementa con materiales de archivo que exponen los estragos de los distintos atentados de ETA (Évole le pregunta si se arrepiente de cada acción, en especial cuando hubo niños y niñas entre las víctimas) y las cada vez más multitudinarias marchas de protesta contra el grupo terrorista dentro y fuera del País Vasco.

Convencional en su forma (más cerca del reportaje televisivo que de alcanzar una dimensión cinematográfica), pero muy potente en varios aspectos (incluso con una revelación que justifica con creces la inclusión de Francisco Ruiz como exponente de las víctimas), No me llame Ternera resulta un valioso aporte para entender un poco más el largo y complejo conflicto vasco, que tuvo a ETA (fundada en 1959 y disuelta en 2018) como un actor clave en una lucha que -entre los asesinados por ese grupo y los de la guerra sucia- causó casi 1.000 muertos y unos 3.000 heridos.


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