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Críticas: Crítica de “Love Life”, película del japonés Kôji Fukada

Llega a los cines argentinos la nueva película del director de Harmonium (2016) y A Girl Missing (2019), que se exhibió en festivales como los de Venecia, Londres y Toronto.

Love Life, lo que fuimos vive siempre (Love Life, Japón/2022). Direccción y guion: Kôji Fukada. Elenco: Fumino Kimura, Kento Nagayama, Atom Sunada, Marika Yamakawa y Akari Fukunaga. Música: Olivier Goinard. Fotografía: Hideo Yamamoto. Montaje: Sylvie Lager y Kôji Fukada. Duración: 123 minutos. Distribuidora: Mirada Distribution. Apta para mayores de 13 años con reservas. Salas (primera semana): 9 (Lorca, Cinépolis Recoleta, Atlas Patio Bullrich, Multiplex Belgrano, Cine Arte Cacodelphia, Showcase Norte, Cine Arte de Córdoba, Cines del Centro de Rosario y Cinema City de La Plata).

El duelo es uno de los tópicos más transitados por el cine de todas las épocas. Lógico: puede cambiar el contexto técnico, económico y sociocultural, pero el dolor ante una pérdida cercana e irreparable sigue y seguirá pegando con la misma fuerza. El problema es cuando ese dolor no es compartido. ¿Cómo salir adelante si no hay un sostén sobre el que apoyarse? ¿De qué manera el amor condiciona al duelo? ¿Y el duelo al amor? ¿Es posible utilizar una tragedia como el inicio de una nueva etapa?

El japonés Kôji Fukada ensaya algunas respuestas posibles a esas preguntas a lo largo de las dos horas de Love Life, lo que fuimos vive por siempre, un melodrama por momentos desgarrador, por otros emotivo, siempre pausado, melancólico e intimista, sobre cómo la muerte del hijo quiebra la vida de su madre y, con ello, la relación que mantiene hace años con su actual marido.

La muchacha es Taeko y su pareja, Jiro. Ambos viven en un departamento junto a Keita, el hijo de un matrimonio anterior de ella. Esa situación no les gusta nada a los padres de Jiro, que quieren cuanto antes un nieto de su misma sangre. Cuando un mínimo descuido termine con la muerte del nene, Taeko se sumergirá en las tinieblas de la culpa y la nostalgia, una sensación amplificada a raíz de la vuelta a su vida del padre de su hijo, un hombre nacido en Corea del Sur que intenta radicarse en Japón.

Estrenada en la Competencia Oficial del Festival de Venecia de 2022, la película de Fukada es de esas que prescinden de los apremios para priorizar el detalle y los gestos minúsculos de trío protagónico. Si bien el mayor peso narrativo recae sobre Keiko, el guion evita la tentación de convertir a Jiro en un malvado. Es, a lo sumo, un hombre cuyos intereses comienzan a diferir de los de su pareja, principio del fin para ella. Lo mismo aplica para el trato que recibe el padre de Keita.

Love Life… encuentra sus puntos más altos cuando deja que las escenas respiren al ritmo de las de los padres y que los silencios sean una forma de comunicar. Ver si no las escenas en las que se dicen, lenguaje de señas mediante (el padre de Keita es sordomudo), todo aquello silenciado durante años. Algunas situaciones un tanto forzadas no hacen mella a un film cuyo efecto es una patada en el alma, un golpe al corazón. 


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