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Críticas: Crítica de “Elijo creer” y la comparación con “Muchachos: la película de la gente”

La producción oficial de la AFA, que contó con la participación activa de los jugadores y narración de Ricardo Darín, resulta más decepcionante que la “película de la gente” con la voz en off de Guillermo Francella.

 

Elijo creer (Argentina/2023). Dirección creativa: Gonzalo Arias y Martín Méndez. Guion: Martín Méndez. Producción Creativa: Ernesto Cune Molinero. Fotografía: Tato Pagano. Música: Juan D’Eramo. Edición: Mana García. Producción General: Gonzalo Arias. Producción: Víctor Santamaría y Sebastián Rollandi. Productor Asociado: Mariano Suez. Producción Periodística: Pablo González. Distribuidora: Digicine. Duración: 101 minutos. Apta para todo público.

De un lado, Elijo creer, la producción oficial de la AFA, el Grupo Octubre del sindicalista Víctor Santa María (dueño de Página/12, IP Noticias y Canal 9, entre otros medios) y Amazon Prime Video distribuida en salas por Digicine; del otro, Muchachos: la película de la gente (aquí una reseña ya publicada), film de Pampa Films de la familia Bossi con el grupo Disney detrás y lanzamiento en cines a cargo de Star Distribution. Ambas se estrenan el mismo día (jueves 7 de diciembre); la primera tiene como narrador a Ricardo Darín; y la segunda, a su “archirrival” entre las grandes figuras del cine nacional: Guillermo Francella. El duelo está planteado y las comparaciones, por lo tanto, resultan inevitables.

En principio, uno debería decir que Elijo creer es la película más seria, con mayores y mejores recursos (incluida la participación directa de los jugadores), mientras que Muchachos… podría ser vista como más chanta, una avivada, un cálculo para aprovechar el aniversario y construida con mucho material que se hizo viral en las redes. Y, sin embargo, me atrevo a decir que Muchachos… funciona mejor. Es cierto que ya desde su punto de partida puede considerarse más demagógica, pero aun con (o gracias a) su apuesta si se quiere orgullosamente grasa resulta más genuina, tiene más vida, más emoción.

Lo de Elijo creer es inaudito e inadmisible: tuvieron todo (tiempo, recursos, testimonios y materiales exclusivos) y concretaron un documental elemental, esquemático, con muy pocos momentos intensos. Un trabajo tan profesional y prolijo como en definitiva rutinario y anodino sobre un hecho excepcional que conmovió hace un año a la sociedad argentina (y a buena parte del mundo que también quería la consagración definitiva de Messi).

Si el texto de Hernán Casciari narrado por Francella en Muchachos… tenía sus (entendibles) excesos, el de Martin Mendez que le toca en suerte (desgracia) a Ricardo Darín es una acumulación de frases trilladas, recargadas, subrayadas, llenas de lugares comunes, imposibles metáforas pseudopoéticas del estilo “el Messias que bajó del cielo para traernos la tercera estrella” que apuestan a una supuesta emoción que en mi caso derivó en vergüenza ajena.

Uno ve con simpatía los testimonios a cámara con la Copa del Mundo en la mano de Messi, Di María, De Paul, el Dibu Martínez, Nicolás Otamendi, Nahuel Molina. Gonzalo Montiel, Enzo Fernández o Julián Alvarez (no aparecen, en cambio, Cuti Romero, Alexis Mac Allister, Nicolás Tagliafico ni Lautaro Martínez, entre otros), pero no escapan de lo básico y lo previsible (porque además hemos visto ya decenas de entrevistas televisivas más emotivas y jugosas como las que les hizo la periodista Sofía Martínez). En ese sentido, uno esperaría mucho más de una película que como Elijo creer tuvo un acceso privilegiado a la intimidad de los jugadores y el cuerpo técnico.

Hay solo tres momentos en los que Elijo creer rompe con la estructura básica de resúmenes de partidos mechados con testimonios de algún jugador. Uno, tras la derrota ante Arabia, con Lionel Scaloni a bordo de una combi hablando de una manera descarnada, como yo jamás lo vi, sobre cómo veía la situación tras el fallido debut (sobre el “valor” de la derrota) y antes del decisivo partido con México; otro, cuando debía decidirse si un De Paul lesionado podría jugar o no contra Países Bajos; y el restante, cuando Marito, el histórico utilero de la selección y verdadera revelación del documental, ofrece un conmovedor testimonio a cámara y luego se suma una arenga al plantel en la previa de la final con Francia. Demasiado poco para un film que en el resto de sus poco más de 100 minutos no va mucho más allá de lo que ya hemos visto una y mil veces en informes de YouTube.

Si me preguntan si ambos trabajos valen la pena diría que para un futbolero son la oportunidad de revivir en pantalla gigante una épica única, pero ambos quedan por debajo de lo que uno podría esperar frente a semejante evento a un año de distancia. Y, aun con sus problemas y carencias, Muchachos… es más eficaz en los términos en los que está planteado. Elijo creer, en cambio, tenía todo para brillar y resulta un trabajo decididamente decepcionante y convencional.


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